Adiós.
¿Por qué creyó tanto en él? Eso es algo que nunca me atreví a preguntarle directamente, mas ahora lo hago con palabras al aire. Sí sufrió, sí lloró y sin embargo se veía tan tranquilo en aquél féretro que no voy a olvidar… ¿acaso aquél Dios no pudo dejarlo un poco más de tiempo entre nosotros y que disfrutara un poco más de la vida?
Nos dejamos de ver tanto tiempo y justo cuando volvimos a convivir fue para saber que en cualquier momento podría ser la última vez que le veríamos sonreír, bromear o incluso relatarnos sus anécdotas de cocina o cuando pastoreaba y domaba potros salvajes, ¡maldigo al destino! Nunca logramos compartir tanto tiempo como quise, jamás me pudo decir del todo su opinión del libro con el que logró que amara las matemáticas, aunque ahora estallo en llanto cada vez que veo esas letras y recuerdo sus palabras: ‘Es una obra maravillosa, incluso cuando yo lo leí me pareció complejo y precioso al mismo tiempo; algún día me dirás lo que te pareció’ Nunca se lo pude decir.
Hoy, a pesar del llanto y la impotencia en la que me veo envuelta le digo hasta pronto, porque si existe un Dios todo poderoso, además de aquél paraíso de descanso eterno nos volveremos a ver y usted seguirá diciéndome todas aquellas anécdotas con las que nos entretenía de niñas a mi hermana y a mí; aquél viaje en la camioneta cuando conocimos los balnearios de Tezontepec junto a Pupe y Dalia, cómo domaba caballos y su amor por la cocina.
Descuide, el kilo de sal, la cartera y los libros, como mi madre le dijo, no faltarán en su casa ya usted más que el compadre de mis padres, su amigo y compañero, es parte de la familia, aunque no sea en cuerpo, lo es en alma. Nos volveremos a ver, algún día… lo sé.
Feliz cumpleaños, profesor Ezequiel.
Ezequiel López Escamilla
9/03/1967 - 18/02/2010
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