domingo, 25 de julio de 2010

La Clameur Du Silence


La Clameur Du Silence

—Lo siento…

Y de todas las veces que lo has repetido, ésta es la que menos vale. ¿Lo sientes? ¿Realmente lo sientes?

Mentiroso —te respondo con todo el desdén que he contenido durante años de engaños, desplantes, durante horas de desesperación preguntándome dónde estabas, si te había ocurrido algo, suplicando por una llamada, deseando oír tu voz.

—Sarah, en verdad lo siento… estaba en una junta de negocios y por eso no atendí al celular en ese…

Lo corté de manera tajante.

—Y por eso no contestaste en toda la noche, ¡por Dios, Andrew! Ni siquiera volviste a tu casa. ¡No me salgas con la maldita excusa de no oí el teléfono o me quedé dormido!

—¡Pero te estoy diciendo la verdad!

Y entonces rompí en llanto. Los ojos me picaban al igual que las mejillas, sentí un horrible escozor en la garganta cuando comencé a sollozar, atragantándome, para después toser en un intento de calmar las arcadas que me producían las lágrimas.

—No me mientas, no te creo —te dije con la voz rasposa—, fui a buscarte a las ocho y no estabas, ¿a caso me dirás que el ama de llaves es una mentirosa? ¡Dime de una buena vez que cojones nos pasa!

—¡No nos pasa nada!

La realidad me golpeó con toda la crueldad que contenía… era verdad, no nos pasaba nada, no había nada más en esta relación.

Sollocé nuevamente, abrazándome con fuerza mientras enterraba las uñas en mis brazos provocando que hilillos de sangre resbalaran a través de la piel, manchando mi blusa blanca. El aire se sentía pesado, al igual que el dolor de mi pecho.

—Vete —mascullé.

—No me iré hasta que sepa que no estás molesta conmigo, no me iré hasta que me perdones.

Y cerré la puerta, dejándome caer en el piso mientras intentaba regresar lo poco que quedaba de mí, mientras trataba de reconstruirme y no quedarme como una madeja deshecha.

—¡Sarah, abre la puerta! —golpeaste insistentemente mientras las lágrimas brotaban incontrolablemente de mis ojos cafés—. Por favor —susurraste—, aun no es tarde… perdóname.

‘Mentiroso’ me repetí mentalmente, ya es muy tarde para arreglar las cosas, lo hubieras hecho en nuestro aniversario, el año pasado… o si realmente lo deseabas, lo hubieras hecho hace cuatro, en mi cumpleaños, en navidad.

Por más desesperado que sonaras, ese perdón estaba vacío, era vano y carente de sentido.

—Sarah, por favor… —suplicaste. Y lo ultimo que escuché después del último golpe que le diste a la puerta, fueron tus pasos antes de que todo se sumergiera en un amargo silencio. ¿No que no te irías?... Maldito mentiroso.

Y nunca pensé que el clamor del silencio fuera tan grande; pero a la vez tan placentero…

lunes, 19 de abril de 2010

Tabla de oraciones Nº4

No te olvidaré



1. Besos (75 palabras)

A pesar de todos aquellos besos que no le pude dar no me arrepiento de haber permanecido a su lado. Todos esos momentos felices, aquellas risas que lograba arrancarme con su sencilla forma de ser. Todo eso, estoy segura de que no lo hubiera vivido de no ser por haberme contenido de ser la persona más atrevida del universo y robarle ese par de labios… atraparlos junto a los míos y no dejarlos ir nunca.

2. Adiós (64 palabras)

Cuánto me dolió el no haberle podido decir adiós ese día… si hay cosas estúpidas que he realizado en mi vida fue eso y el no haberle confesado lo que sentía por él. Si en ese entonces fui lo suficientemente cobarde como para no decirlo, ahora lo soy mucho más: no le diré adiós hasta no saber que si lo hago no lo olvidaré.

3. Sonríe (40 palabras)

‘Sonríe’ solía decirme cuando me encontraba triste y sin ganas en todo el día. Estoy segura de que eso es lo que me diría si se encontrara este momento junto a mí: Sonríe, no te pongas así… yo estoy feliz. ¿Pero cómo hacerlo, si soy humana y vivo siendo egoísta? No creo poder sonreír, ya no más.

4. Muerte (95 palabras)

¿Por qué la muerte tiene que ser tan cruel? Antes me encontraba en mi habitación pensando en todo lo que habíamos vivido ese día antes de que repentinamente tuviera que marcharse sin decirme ni adiós… ahora me encuentro aquí, frente al féretro que salvaguarda su frágil cuerpo. Observo su piel marmórea, esos labios antes rosados ahora son color tiza y sus mejillas antes sonrojadas ya no tienen color alguno. Él ya no es quien solía ser, ahora sólo es un cascarón hueco y vacío: la muestra de algo que fue y nunca volverá a ser.

5. Vida (43 palabras)

La vida había perdido todo su color, ya nada me sabía, nada olía… ya no sentía. ¿Qué se puede hacer con una vida carente de sentido? No lo sabía, eran tantas las opciones; pero el dolor y el miedo las superaban por completo.

6. Llorar (55 palabras)

Hace tanto que no lloraba. Ni siquiera al verle frío en ese ataúd cobrizo me hizo derramar ni una sola lágrima, sólo sentí un dolor partiéndome el alma y dejándome sin sentido. ¿De qué me serviría llorar si el vacío que siento por su ausencia seguiría siendo el mismo que si me guardo las lágrimas?

7. Reír (65 palabras)

Cuánto extraño el sonido de nuestras risas mezclándose al recordar las andanzas de nuestra vida cotidiana, el como él lograba sacarme sonrisas que nadie había logrado desenterrar a pesar de los años. Ahora, si escucho a alguien reír sólo una amargura inmensa me consume el corazón y las ganas de salir corriendo y decirle que se calle… hasta las risas sin él carecen de sentido.

8. Morir (85 palabras)


Morir para alguien como yo sería tan fácil y a la vez tan difícil. Extrañaría a mi familia, a mis amigos, incluso a mis queridas mascotas; pero por fin estaría con él y le diría sin miedo, sin tapujos todo lo que sentía por él en vida y sigo sintiendo a pesar de la muerte. Le diría que le amo y no me importa nada más que él; pero siempre me acobardo a último momento: ¡Malditos sean mis sentimientos humanos que evitan que te siga!

9. Soñar (76 palabras)

A pesar de las pérdidas y las emociones encontradas, todavía estoy a salvo en un lugar: mis sueños. Pues sí, soñar no cuesta nada y no quita nada. En mis sueños lo puedo volver a ver, volver a sentir y estar junto a él, decirle cuánto lo amo y que quisiera permanecer a su lado para siempre. Despierto, y la vida recupera sólo un poco de su color, él me ayuda a dejarle ir sin olvidarlo.

10. Escribir (71 palabras)

El escribir me libera de las frustraciones y me ayuda a sentirme un poco más viva, a saber que existo y seguiré existiendo hasta que la muerte decida venir por mí, no antes. El escribir me ayuda a dejar ir el pasado y mirar hacia el mañana; pero también me ayuda a no olvidarme de nada… a no olvidarlo a él, porque el día que lo olvide: habrá muerto de verdad.

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Total: 618 palabras… creo xD

martes, 16 de marzo de 2010

The poet and the pendulum


The poet and the pendulum


El soñador y el vino.
El poeta que ha perdido su rima.



Y ahí está, sentado frente a su botella como todas las noches… tratando de recuperar los sueños que le fueron arrancados de las manos sin más explicación que el golpeteo de unos dedos sobre el gatillo y el sonido del disparo al impactarse —con certeza mortífera—, en el níveo cuello de ella.

Toma un trago y vuelve a sentirse miserable, deshecho, incompleto, solo y horrendamente vacío.

Trata desesperadamente de recordar cómo se siente crear emociones y no ser preso de ellas, intenta sin descanso escribir una sola línea, una palabra, un párrafo… lo que sea; mas sólo consigue obtener la necesidad de mojarse nuevamente los labios con alcohol y tirarse en el olvido hasta el amanecer.

El poeta ya no sueña, la vida ya no le causa deseos de vivirla, ahora las rimas sólo le dejan gusto a vino en la boca, sabor a vencido en los labios y se ha dado cuenta de algo: el poeta que ya no sueña, que ya no vive, el poeta que bebe y no duerme; aquél poeta que se ahoga en su dolor ha perdido su alma, ha perdido su rima… lo ha perdido todo.
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Bien, mi amada inspiración ha regresado... espero sea de su arado este relato xP (Y luego le pediré a uno de mis amigos llamado Nicolás, que me dibuje algo para ilustrar adecuadamente este relato ^^)

martes, 9 de marzo de 2010

Adiós



Adiós.



¿Por qué creyó tanto en él? Eso es algo que nunca me atreví a preguntarle directamente, mas ahora lo hago con palabras al aire. Sí sufrió, sí lloró y sin embargo se veía tan tranquilo en aquél féretro que no voy a olvidar… ¿acaso aquél Dios no pudo dejarlo un poco más de tiempo entre nosotros y que disfrutara un poco más de la vida?

Nos dejamos de ver tanto tiempo y justo cuando volvimos a convivir fue para saber que en cualquier momento podría ser la última vez que le veríamos sonreír, bromear o incluso relatarnos sus anécdotas de cocina o cuando pastoreaba y domaba potros salvajes, ¡maldigo al destino! Nunca logramos compartir tanto tiempo como quise, jamás me pudo decir del todo su opinión del libro con el que logró que amara las matemáticas, aunque ahora estallo en llanto cada vez que veo esas letras y recuerdo sus palabras: ‘Es una obra maravillosa, incluso cuando yo lo leí me pareció complejo y precioso al mismo tiempo; algún día me dirás lo que te pareció’ Nunca se lo pude decir.

Hoy, a pesar del llanto y la impotencia en la que me veo envuelta le digo hasta pronto, porque si existe un Dios todo poderoso, además de aquél paraíso de descanso eterno nos volveremos a ver y usted seguirá diciéndome todas aquellas anécdotas con las que nos entretenía de niñas a mi hermana y a mí; aquél viaje en la camioneta cuando conocimos los balnearios de Tezontepec junto a Pupe y Dalia, cómo domaba caballos y su amor por la cocina.

Descuide, el kilo de sal, la cartera y los libros, como mi madre le dijo, no faltarán en su casa ya usted más que el compadre de mis padres, su amigo y compañero, es parte de la familia, aunque no sea en cuerpo, lo es en alma. Nos volveremos a ver, algún día… lo sé.

Feliz cumpleaños, profesor Ezequiel.


Ezequiel López Escamilla

9/03/1967 - 18/02/2010

lunes, 15 de febrero de 2010

Ojos castaños

Ojos castaños

Tu mirada tan ingenua me conquistó desde el primer momento en que te vi. Unos ojos tan soñadores y tan únicos en un hombre... tan ingenuos para poder acoplarse a una personalidad tan extraña, juguetona, bromista; pero firme y testaruda.

—Hola —tú me dijiste un día y yo sólo guardé silencio. Como siempre, tímida hasta la muerte ante tu mirada inquisidora.

¿Qué es lo que tienes que me mantiene aferrada a ti? ¿Acaso son ese par de ojos castaños tan ingenuos y envolventes?

Carraspeo, ya es la tercera vez que no puedo responderte, la tercera vez que evito tu mirada y trato de lucir fuerte.

A mi mente regresa lo que hiciste hace unos cuantos días, cómo terminaste explotando por un comentario sin mala intensión y dejaste de halarme, comenzaste a evitarme y yo, tratando de ser fuerte fingí que todo estaba bien, que era feliz y tu idiferencia no me dañaba.

—Luz, ¿estás molesta? —y sus ojos me atravesaron, me dio tanto miedo que pudieras leer mis emociones, el que descubrieras a mis ojos gritándote 'te amo, no quiero que me dejes' a cada segundo que pasaba.

—No, Brian... claro q-que no —trastabillé un poco al llegar al final, rogando que no notaras mis mejillas sonrojadas ni mis ojos acuosos. Bajé la mirada incapaz de efrentarte sin tirarme a llorar.

En un solo instante las ganas de llorar desaparecieron cuando colocaste tu mano en mi cabeza desacomodando mis cabellos castaños, las lágrimas son reemplazadas por unos ojos confundidos y una sansación de mariposas en mi estómago.

—Cuando te sientas mejor saes que puedes contármelo —y con esas palabras junto a una sonrisa son los hoyuelos marcándose en tus mejillas te marchas, dejádome con el corazón saltando de alegría.

No puedo estar molesta, no cuando tu ingenuidad es tan notoria que terminas olvidando algunas cosas: El molesto eras tú, no yo.

Aunque la ingenuidad también tiene sus puntos malos; no te das cuenta de lo que todos saben. No notas que te quiero más de loque debería quererte, aunque para ser sincera... soy feliz con tus despistes, ya que sin ellos no te amaría tanto.

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Bueno Leoncete, Happy birthday. Sé que te gustan las historias románticas e hice mi mejor esfuerzo, aunque no quedó tan linda... espero te guste.