Máscara
Y sonrió, mientras de a poco su disfraz
se resquebrajaba.
Estaba bien, sí… bien. Alzó la cabeza,
irguió la espalda, levantó los hombros; volvió a sonreír ante el espejo a la
par que secaba sus lágrimas. Los minutos pasaron mientras trataba que la
sonrisa pareciera natural y el enrojecimiento en sus ojos desapareciera.
Se tragó todo, como siempre
hacía, reconstruyendo de a poco esa infalible máscara que la mantuvo segura
durante años; poniendo las piezas en su lugar a sabiendas que al siguiente
golpe la grietas serían más grandes y los trozos más pequeños.
Pero mientras sonreía, todo
estaba bien: Sí… bien.
Tal vez algún día terminaría
creyendo en la mentira.